viernes, 20 de noviembre de 2009

«Luna nueva»: los vampiros ya son cosa de niños



Entretenimiento sin limites se presentó al estreno de Luna Nueva... Nos encantó.
Millones de «fans», de libros, de entradas vendidas, de seguidores en facebook... Todo en «Crepúsculo» va acompañado de cifras astronómicas. La preventa de las entradas por internet ha sido la más alta de la historia, por encima, incluso, de «La guerra de las galaxias» y «Harry Potter». Los británicos han llegado a inventar un género para definir esta saga: «El boom del colmillo». Pero, ¿qué tiene esta historia de vampiros para poner del revés la industria editorial y cinematográfica?




Sexo de tapadillo

Aunque en la película reina la más absoluta castidad y se rechazan las relaciones extramatrimoniales, el erotismo subyace en la trama a través del mito del vampiro, metáfora de un depredador. Así, las lectoras y espectadoras (la mayoría femenina es aplastante) en teoría expresan un deseo de ser devoradas. Esto explicaría que la adolescencia se sienta atraída por una sexualidad subconsciente de la que no acaba de ser conscientes, posiblemente, a causa de la defensa explícita de la virginidad. Es decir, la historia permite a las adolescentes enfrentarse a una imagen de sí mismas llena de contradicciones.

La actriz protagonista, Kristen Stewart, defiende también esta postura: «Creo que resulta dulce que Edward quiera defender su virginidad. Con esta actitud demuestra tener mucho valor». El director, Chris Weitz, reconoce por su parte que «hay algo de anticuado en el vampiro porque ha nacido en otra época. Es tradicional y, como tal, protector», explica.

Además, la historia permite otra identificación para las jóvenes: la de ser ellas el propio vampiro, lo que permite fantasear con la idea del que toma la iniciativa en una relación. De esta manera, con un mismo argumento puedes elegir entre ser el autor de tus propios actos o la víctima de fuerzas que no están bajo tu control.



Terror adolescente

Considerado tradicionalmente como un género para adultos, el filón de «Crepúsculo» demuestra que los jóvenes disfrutan con el consumo del terror que está a su alcance. Limitados por la calificación de edad (que no les permite ver muchos de los títulos de este género), la saga de Meyer les ofrece la posibilidad de ahondar, aunque sea de forma mínima, en un submundo desconocido para ellos. Con este fin, no sólo vampiros violentos campan a sus anchas por el pueblo de Forks (que, por cierto, con 3.120 habitantes, el mes pasado fue visitado por 16.000 personas, el doble de turistas que durante todo el año anterior), sino que Meyer introdujo uno de los personajes más feroces de la historia del cine de terror: el hombre lobo. Por supuesto, el «otro chico de la película» es uno de los licántropos, un monstruo que, en esta ocasión, destaca por su tamaño y ferocidad.



Primero fue el libro

Como ocurrió con «Harry Potter», la saga vampírica nace con un mínimo de público garantizado: el que devora sus libros. Si sólo tenemos en cuenta los ejemplares vendidos, las salas tienen asegurados 42 millones de espectadores en 39 países. En España, Meyer alcanzó la cifra de 1,5 millones. «Al principio presiona tener que adaptar un éxito editorial como éste –asegura el director–, pero cuando eres fiel al libro consigues atraer a un público mucho más amplio. Resulta interesante ver qué esperan los “fans” de la versión cinematográfica». Pero, ¿qué le parecen al realizador los libros? «No hice esta película por su perspectiva adolescente (es el productor de “American Pie”). Lo que sí me interesa es la perspectiva de Meyer sobre la sexualidad contracorriente», comenta Weitz. En todo caso, a esta gallina de los huevos de oro le queda poca vida. En contra de lo que ocurre con otras como «Harry Potter», la saga «sólo» tiene 4 libros. Quedaría, de esta manera, «Eclipse» y «Amanecer» por adaptar, si no se le ocurre a nadie alguna idea antes.



Nuevo modelo de belleza

Por si toda esta carga psicológica y mercantil no fuera suficiente para asegurar su éxito comercial, el protagonista, Edward Cullen, encarna a la perfección el nuevo modelo de guapo para las jóvenes: pálido, místico y desgarbado. Si este modelo no encaja, la cinta también tiene otro previsto: el del hombre lobo, más cercano al prototipo del «latin lover» tradicional. Eso sí, ambos no pierden ocasión para sacarse la camiseta y mostrar sus encantos durante todo el filme.

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