Todo esto viene a colación de las "manías" de Julia Roberts que vuelven a salir a la luz con motivo del rodaje en Roma del filme "Comer, rezar, amar", inspirado en el libro autobiográfico de Elizabeth Gilbert. Dadas las altas temperaturas que estos días se registran en Roma, la artista deberá refrescarse continuamente puesto que, según ha declarado ella misma, no usa desodorante por motivos ecológicos y prefiere, en su lugar, frecuentes lavados con simple agua y jabón.
Las exigencias de la actriz de 42 años son muy conocidas. Entre ellas destacan que sólo bebe agua mineral "pero no le gusta ver una botella de plástico porque no es biodegradable y tampoco es amiga de la mayor parte de los productos para el cuidado personal porque contienen aluminio nocivo para el ambiente". Además, se dice que sólo se baña con agua mineral y que puede llegar a suspender una película si las cañerías del set no están adaptadas para que pueda hacerlo.
En cuanto a la comida, exige que provenga de agricultura biológica sin pesticidas u otros productos químicos tóxicos para el ambiente o para la salud de los que la comen.
Russell Crowe también la lió en el rodaje del 'Robin Hood' de Ridley Scott. Según ‘The Daily Mirror', el actor pidió un helicóptero para trasladarse del lugar de rodaje a la mansión en que se aloja, un capricho que supone un coste de miles de dólares.Y no sólo eso. Al poco tiempo de comenzar el rodaje, Crowe exigió una modernísima caravana perfectamente acondicionada y con un gimnasio donde ejercitarse entre toma y toma. Aunque esta última petición no está del todo mal, si lo pensamos un poco, ya que fue precisamente su condición física la causante de que Sienna Miller saliera de la producción y fuera remplazada por Cate Blanchett, ya que se le consideró una actriz más robusta.
Pero Crowe no es el único 'rarito' que ha poblado Hollywood. Uno de los grandes excéntricos de la meca del cine fue, a mi parecer, el director y productor de cine Howard Hughes quien ostenta el título de "rey de las excentricides en Hollywood". Según parece, Hughes pasó los últimos días de su vida en habitaciones de hoteles de lujo de todo el mundo, horrorizado ante la idea de entrar en contacto con los gérmenes del mundo exterior; además, guardaba su orina en botes, no se cortaba las uñas y usaba cajas de Kleenex a modo de zapatos. Si todo esto es según se cuenta, el hombre era rarito, eso no se puede negar.
Dicho esto de Hughes, difícilmente ninguna otra manía hollywoodiense va a estar a la altura. Y no será porque no lo intentan actores como Tom Cruise, de quien se cuenta que en el rodaje de El último Samurai prohibió que todos los empleados que trabajaban en el set le mirasen directamente a los ojos. Por lo visto, no es algo puntual, sino que se trata de una manía repetida en varios rodajes como el de Misión Imposible. Y una manía o fobia que contagió a otra estrella, Val Kilmer. Otras manías de Cruise son las de no ir nunca con teléfono móvil, no tener dirección de correo electrónico y no llevar ni monedero con dinero alguno, ni reloj. Es lo que tiene ser una mega-estrella, que ya pagas a otros para que se encarguen de recibir tus llamadas, contestar tus e-mails, decirte la hora cuando necesites saberla y pagar las facturas... esas pequeñas contingencias de la vida cotidiana de las que es mejor olvidarse (si puedes permitírtelo, claro). Él mismo ha comentado en alguna entrevista que cuando se encuentra en épocas de intenso trabajo tan sólo necesita dormir unas tres horas (si luego rinde en los rodajes, él sabrá...).
Pero Crowe no es el único 'rarito' que ha poblado Hollywood. Uno de los grandes excéntricos de la meca del cine fue, a mi parecer, el director y productor de cine Howard Hughes quien ostenta el título de "rey de las excentricides en Hollywood". Según parece, Hughes pasó los últimos días de su vida en habitaciones de hoteles de lujo de todo el mundo, horrorizado ante la idea de entrar en contacto con los gérmenes del mundo exterior; además, guardaba su orina en botes, no se cortaba las uñas y usaba cajas de Kleenex a modo de zapatos. Si todo esto es según se cuenta, el hombre era rarito, eso no se puede negar.
Dicho esto de Hughes, difícilmente ninguna otra manía hollywoodiense va a estar a la altura. Y no será porque no lo intentan actores como Tom Cruise, de quien se cuenta que en el rodaje de El último Samurai prohibió que todos los empleados que trabajaban en el set le mirasen directamente a los ojos. Por lo visto, no es algo puntual, sino que se trata de una manía repetida en varios rodajes como el de Misión Imposible. Y una manía o fobia que contagió a otra estrella, Val Kilmer. Otras manías de Cruise son las de no ir nunca con teléfono móvil, no tener dirección de correo electrónico y no llevar ni monedero con dinero alguno, ni reloj. Es lo que tiene ser una mega-estrella, que ya pagas a otros para que se encarguen de recibir tus llamadas, contestar tus e-mails, decirte la hora cuando necesites saberla y pagar las facturas... esas pequeñas contingencias de la vida cotidiana de las que es mejor olvidarse (si puedes permitírtelo, claro). Él mismo ha comentado en alguna entrevista que cuando se encuentra en épocas de intenso trabajo tan sólo necesita dormir unas tres horas (si luego rinde en los rodajes, él sabrá...).
Lo de Jeremy Irons es algo más normal o extendido entre muchos de nosotros (aunque no todos lo llevamos a ciertos extremos). Estoy hablando de la manía de la limpieza. Ésta quedó al descubierto cuando, hace unos años, Irons se encontraba esperando en el aeropuerto de Shannon mientras se dirigía a su castillo en Cork (ambas localidades en el sur de Irlanda) y tuvo que enfrentarse a un montón de suciedad en la espera. Ni corto ni perezoso, el actor 'secuestró' el carrito de un limpiador que se encontraba cerca y empezó a hacer su trabajo... ni Don Limpio lo hubiese dejado tan reluciente como él hizo. "Las esperas en los aeropuertos son bastante deprimentes y me sentí mucho mejor tras la limpieza", se justificaba después.
Mientras que lo de Jack Nicholson más que una mania, es un vicio sano: el de no perderse un partido de Los Angeles Lakers. Hasta tal punto es fiel a esta afición que ha llegado a incluir cláusulas en sus contratos por los que obligaba a hacer un descanso en el rodaje cuando jugaba su equipo de baloncesto. La afición de Sean Connery no es el baloncesto, sino el golf, deporte que suele practicar habitualmente, cuestión por la cual suele exigir rodar cerca de un campo de golf. En cuanto a las aficiones de Errol Flyn eran éstas bastante menos sanas y consistían en ingerir vodka en los rodajes, con los consiguientes inconvenientes que ello conlleva (que se lo digan a Lindsay Lohan); cuando se lo prohibieron, tuvo la genial ocurrencia de inyectar la bebida en las naranjas que comía durante los descansos. Antes de morir pidió ser enterrado junto a seis botellas de vodka… por si acaso.
Las excentricidades de Angelina Jolie rozan con lo esotérico: cuando se casó con Billy Bob Thorton, ambos intercambiaron unos colgantes en forma de frasquitos que contenían sangre de cada uno, una vez separados ella le exigió que le devolviera el que contenía su sangre para que no se viese tentando de hacerle vudú. Igual de curiosas, pero más inocentes, son las que se cuentan de Woody Allen quien, por su incontrolable miedo a la muerte y a los accidentes, duerme con los zapatos puestos (?¿) y se toma la temperatura cada poco tiempo. ¿Será verdad? No sabemos, pero desde luego que incómodo y poco práctico debe serlo.
En cuestiones gastronómicas se llevan la palma Gérard Depardieu, que se cuela en las cocinas de los hoteles donde se aloja para copiar las recetas de los chefs; Mel Gibson, que no come carne de pollo porque cree que hace crecer pelo en el pecho, y Winona Ryder, que sólo bebe refrescos de cola orgánicos.
Las rarezas de Jim Carrey conciernen más a sus mascotas que a él mismo; el actor manda a su perro de forma habitual a un masajista profesional para terapias caninas antiestrés (¡quién fuera el perro de Carrey!).
Las excentricidades de Angelina Jolie rozan con lo esotérico: cuando se casó con Billy Bob Thorton, ambos intercambiaron unos colgantes en forma de frasquitos que contenían sangre de cada uno, una vez separados ella le exigió que le devolviera el que contenía su sangre para que no se viese tentando de hacerle vudú. Igual de curiosas, pero más inocentes, son las que se cuentan de Woody Allen quien, por su incontrolable miedo a la muerte y a los accidentes, duerme con los zapatos puestos (?¿) y se toma la temperatura cada poco tiempo. ¿Será verdad? No sabemos, pero desde luego que incómodo y poco práctico debe serlo.
En cuestiones gastronómicas se llevan la palma Gérard Depardieu, que se cuela en las cocinas de los hoteles donde se aloja para copiar las recetas de los chefs; Mel Gibson, que no come carne de pollo porque cree que hace crecer pelo en el pecho, y Winona Ryder, que sólo bebe refrescos de cola orgánicos.
Las rarezas de Jim Carrey conciernen más a sus mascotas que a él mismo; el actor manda a su perro de forma habitual a un masajista profesional para terapias caninas antiestrés (¡quién fuera el perro de Carrey!).
A la misma altura que los anteriores está Jennifer Lopez, quien exigió el cierre de un centro comercial entero durante un día para poder ir de compras sin que nadie le molestara y no tener que esperar las incómodas colas en probadores y caja (ventajas de ser estrella). Las manías de JLo no sólo se reducen a "estar a sus anchas" en los centros comerciales, también se extienden a los hoteles. En ellos se lleva sus propias sábanas porque no puede dormir en telas hechas con menos de 250 hilos; suele pedir que cambien la iluminación de la habitación del hotel si no es de su agrado; todo tiene que ser blanco (paredes, mesas, sillas, flores, velas,...), y no puede haber alimento alguno, como bombones o cualquier dulce, que puedan tentarla.
John Travolta es otro de esos actores que, como bien le corresponde por pertenecer a la categoría de gran estrella de Hollywood, no se priva de procurarse algún que otro lujo extraño. Por lo visto, el actor nunca usa dos veces la misma camiseta en el rodaje de una película. Manía a la que ha añadido otra de la que teníamos noticia hace poco: para evitar los calores y las incomodidades del sol durante el rodaje de la película Old Dogs, que rodó al lado de Robin Williams, solicitó los servicios de una persona que hiciese las funciones de "protector solar".
Reales o no estas chaladuras, lo cierto es que si alguien se puede permitir este tipo de caprichos y rarezas -absurdas, en la mayoría de los casos- son las estrellas de cine, porque a ellas todo se les permite y porque las grandes fortunas que atesoran lo hacen posible. Tambien es cierto que, afortunadamente, no todos los actores y actrices de Hollywood son iguales, y suponemos que la mayoría son de manías más de andar por casa, como el resto de los mortales.
John Travolta es otro de esos actores que, como bien le corresponde por pertenecer a la categoría de gran estrella de Hollywood, no se priva de procurarse algún que otro lujo extraño. Por lo visto, el actor nunca usa dos veces la misma camiseta en el rodaje de una película. Manía a la que ha añadido otra de la que teníamos noticia hace poco: para evitar los calores y las incomodidades del sol durante el rodaje de la película Old Dogs, que rodó al lado de Robin Williams, solicitó los servicios de una persona que hiciese las funciones de "protector solar".
Reales o no estas chaladuras, lo cierto es que si alguien se puede permitir este tipo de caprichos y rarezas -absurdas, en la mayoría de los casos- son las estrellas de cine, porque a ellas todo se les permite y porque las grandes fortunas que atesoran lo hacen posible. Tambien es cierto que, afortunadamente, no todos los actores y actrices de Hollywood son iguales, y suponemos que la mayoría son de manías más de andar por casa, como el resto de los mortales.
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